martes, 5 de febrero de 2008

El futuro ya llegó


Niños huérfanos, sucios, apenas vestidos. Están ocupados manipulando dinero, comida, ropa. La escultora usa símbolos determinados culturalmente donde la representación del niño es una metáfora del futuro. Con el idioma juguetón de la cultura popular y las técnicas de tentación del mundo de la publicidad, convoca visiones de un mundo bajo explotación económica y sexual. La artista dice que sus chicos son una reflexión sobre las pinturas de niños de ojos tristes que se produjeron de forma masiva en los '60 siguiendo el ejemplo de Margaret Keane: en aquel entonces, usar la pobreza y la sexualidad se consideraba inocente. Pero en un contexto contemporáneo, esas imágenes hablan de un mundo macabro y postapocalíptico. Lo que puede significar que el mundo se ha deteriorado o que nosotros hemos perdido la inocencia. Las esculturas de Harma Heikens.