viernes, 27 de marzo de 2009

El cielo llora tanto que debería ser mujer


En 2003, recorrió las calles del centro histórico de Guatemala con un balde de sangre humana en el que remojaba sus pies para dejar huellas en la calle. Un recuerdo para las víctimas de la guerra civil, y una protesta contra Ríos Montt, genocida, y sin embargo presidente del Congreso. Dos años después decidió hacerse una himenoplastía --cirugía reconstructora del himen--, procedimiento que se requiere en muchos países cuando la mujer ya ha dejado de ser virgen y debe casarse. En 2002 pasó un mes vestida de empleada doméstica. En 2001 se paseó desnuda y pelada. Hizo muchas más cosas: embarazada, permaneció atada a una cama por horas, en la posición en que se violaba a las mujeres indígenas en la guerra civil; recibió las mismas descargas eléctricas que la policía usa para los delincuentes; yació sobre su propio orín en un hotel de mala muerte. Su obra más impactante: metida en una bolsa de plástico transparente, como un despojo humano, se colocó en el basurero municipal de Guatemala. Valiente, bestial, la gran artista política de América Latina es guatemalteca y se llama Regina Galindo.