Vive y trabaja en Los Angeles, y su obra tiene mucho que ver con esa ciudad: estrellas, exuberancia, villanos, freaks, comedores de almas, sacrificios, millonarios perversos, dibujos animados, fiestas inolvidables, entretenimiento, niños explotados, soledades excéntricas. Él prefiere llamar a su mundo 'una tierra de maravillas góticas'. La decadencia imperial según Michael Hussar.