lunes, 27 de septiembre de 2010
Angelitos negros
Después de que murió su hija, cuando era una niña pequeña, se obsesionó con la muerte. Y siendo mexicana, tenía muchas oportunidades para encontrarse con la calavera: en duelos, cementerios, disfraces, entierros, incluso en un hombre medio comido por animales que encontró, muerto, en un cementerio, una de sus imágenes más potentes, a la que le tuvo miedo y permaneció inédita durante años. También fotografió la muerte fuera de su país, visitando las casas de agonía en India. Un buen día su dolor se apaciguó y con él la obsesión, pero siguió sacando fotos hermosas: de pájaros, de reinas de las iguanas, de mujeres ángeles. El orgulloso dolor de Graciela Iturbide.