domingo, 27 de septiembre de 2009
Sueño con serpientes
Este año jugó a la ruleta rusa en la Bienal de Venecia, ante un público que esperaba con sorprendido morbo (¿Estaba cargada en serio? Como sea, el responsable del pabellón la detuvo y ella disparó al aire). En 2002 hizo una instalación llamada Justicia Poética donde, en las paredes de un estrecho pasillo, saquitos de té mostraban atrocidades y vejaciones que en distintas épocas sufrió la humanidad. Le interesa la política: abrió el micrófono en una perfomance en La Habana para que quien quisiera se expresara, y hubo voces anticastristas que no pudieron ser prevenidas. Pero también le interesa el cuerpo y el ritual: en Lágrimas de Tránsito (1996) se suspendió del techo con su cuerpo desnudo cubierta con algodones y sosteniendo entre sus manos un corazón ensangrentado como ofrenda para los espectadores. La célebre El peso de la culpa tuvo lugar en su casa de La Habana: apareció delante de una bandera hecha con cabellos humanos, amasó tierra cubana con agua y la comió lentamente, acción que hace referencia al ritual de suicidio que los aborígenes de la isla practicaban frente a la invasión colonial. Tania Bruguera, cubana, trabaja entre La Habana y Chicago y es una de las grandes intérpretes del arte y la política.