Africa es un continente pródigo en imágenes. Resulta muy difícil evitar los lugares comunes y encontrar el humor, la locura, la creatividad y el más profundo espanto con un ojo que busca el artificio para llegar al fondo, que entiende lo documental como drama, como puesta en escena. Desde Nollywood, la industria de cine nigeriano, hasta los hombres que entretienen con sus hienas por las calles de Lagos o la mirada forense en Ruanda, pasando por retratos en estudio de albinos en Sudáfrica y recolectores de miel en Ghana, Pieter Hugo --sudafricano, blanco, fotógrafo político con p minúscula, dice-- investiga las formas de opresión y resistencia mientras asiste, según él mismo lo afirma, a la muerte de la fotografía tal como la conocemos.
