martes, 24 de febrero de 2009

El artista de la carne


Su padre no podía ni verlo: cuando estaba cerca, lo echaba a los fustazos. Desde chico le gustó vestirse de mujer, y tuvo una institutriz que lo encerraba en un cajón. Cuando se mudó a Londres, fue artista y delincuente, amante y sádico, jugador compulsivo y enfermo asmático. Decía que no había podido poner en tela el mejor grito de la pintura, pero quizá se equivocaba. Pintó a su novio ladrón y suicida. Pintó crucifixiones, invocó el crimen, derramó carnicerías. El mejor, el más temible: Francis Bacon.

jueves, 5 de febrero de 2009

Los sin rostro


No se les ven las caras. Nunca. A la fotógrafa no le interesa la identidad. Quiere convertir a las personas en muñecos u objetos o incluso, presas abandonadas. Cuelgan de árboles. Pueden estar dumiendo o muertos; pueden ser lo primero que se ve en una escena del crimen. Diana Scherer es alemana, su abuelo era cazador, y ella le tenía miedo a los animales muertos que encontraba colgando de las barras del techo.